Preguntas frecuentes

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La covivienda es un modelo de vivienda inspirado en la cultura colaborativa, más extendida en otros sectores como el coworking, crowdfunding, carsharing,… Este modelo de vida busca crear comunidades donde las personas puedan tener su vida privada, pero al mismo tiempo dispongan de espacios comunes de encuentro y experiencias compartidas que generen una relación más colaborativa.

La covivienda permite mejorar nuestra calidad de vida y ahorrar costes al compartir ciertos gastos comunes, como la conexión a Internet o la producción de energía fotovoltaica en comunidad. Además, la covivienda cuenta con espacios comunes como huertos, terrazas, cuartos de lavadoras, talleres para bicicletas, cocina-comedor o, si trabajas desde casa, espacios de coworking en el propio edificio. Todo consiste en compartir gastos, espacios y actividades con tu comunidad más cercana.

Vivimos en una época que exige una transformación profunda en nuestra forma de habitar el planeta. Una nueva forma de relacionarnos con el ecosistema y con los que nos rodean. Te animo a ver esta inspiradora entrevista a Iñaki Alonso, CEO de Distrito Natural, en #OpenMind de BBVA  

 

La vivienda tradicional está basada en el individualismo propio de nuestra sociedad, que no facilita la convivencia ni la colaboración. Ha tenido que llegar una pandemia mundial para que volvamos a saludar a nuestros vecinos desde los balcones y a valorar la importancia que tienen nuestros hogares; para que nos demos cuenta de todo lo que hemos perdido por el camino, sobre todo en las grandes ciudades. La covivienda propicia que se produzca una colaboración natural en todas las direcciones, igual que ocurría con nuestros abuelos cuando vivían en los pueblos.

Covivienda es un concepto genérico que en castellano abarca a los otros términos procedentes del inglés. El cohousing es un edificio que nace de una comunidad ya creada que decide emprender un proyecto de vivienda juntos. Por su parte, el coliving se parece más a las residencias de estudiantes o de personas mayores, en la que la parte privada consiste en una habitación con baño y poco más, además de los espacios comunes activos. El término de covivienda está más relacionado con una vivienda intergeneracional, con una voluntad colaborativa y equilibrio entre los espacios privados y comunes. 

Una vivienda pasiva, o una vivienda construida con criterios Passivhaus, es una casa que tiene mucho aislamiento y no pierde casi energía, ni calor ni frío, por lo que no hace falta aportarle casi energía. En este tipo de viviendas el consumo de energía puede estar entre 30-35 euros al mes contando todo, es decir climatización, electricidad, luz, cocinas y todos los electrodomésticos.

El diseño bioclimático es un tipo de diseño de viviendas que tiene en cuenta el aprovechamiento de los recursos naturales (lluvia, sol, viento,…) para reducir el impacto ambiental y el consumo de energía. Así por ejemplo se utilizan en la construcción estructuras de madera que retienen el CO2, se aprovechan las aguas pluviales, se optimiza la captación de luz solar, se emplean aislantes térmicos que permiten reducir el consumo energético… Se trata por tanto de un tipo de diseño que asegura una baja demanda energética.

Siempre decimos que nuestras viviendas protegen a las personas como una segunda piel. Esto lo logramos, por ejemplo, optimizando la calidad del aire con sistemas de filtrado que ventilan y renuevan continuamente el aire exterior eliminando hasta el 90% de las partículas contaminantes procedentes del exterior. También con sistemas de monitorización en tiempo real que nos permiten medir distintos compuestos y sustancias (CO2, COVs, partículas en suspensión, humedad, ozono, formaldehídos…) para ajustar la velocidad de ventilación y las necesidades de cada espacio. O utilizando en la fase de construcción materiales sin tóxicos y productos ecológicos, reciclables y/o reciclados; Procuramos que los recursos materiales sean locales o de cercanía y que contaminen lo mínimo posible (bajo impacto en su Análisis de Ciclo de Vida) teniendo en cuenta todas las etapas: producción, transporte, uso.

El fenómeno del Covid19 ha transformado profundamente nuestra sociedad. Además de las medidas de higiene y distanciamiento físico, los hogares también pueden ofrecer mayores garantías de protección a la salud. Para ello es vital llevar a cabo la ventilación y renovación constante del aire interior, de forma que se impide la acumulación progresiva de elementos nocivos y su recirculación dentro del edificio. Las partículas en suspensión en el aire -PM 10 y PM 2,5- actúan como vectores para el Covid y otros virus. Estos se adhirieren a las partículas, ampliando la distancia a la que pueden ser transportadas. Por este motivo, el aire exterior es filtrado antes de introducirse en el edificio.

Los espacios comunes ACTIVOS promueven la convivencia a través de actividades concretas: por ejemplo, compartir una clase de yoga, un taller de reparación de bicis o una charla de algún tema interesante para la comunidad. Son espacios que además, pueden disfrutarse junto a amig@s de fuera, como el comedor o el jardín. Por otro lado, los espacios comunes “a secas” están enfocados al uso individual y son más habituales en edificios convencionales, como un gimnasio o una piscina, que están muy bien, pero no fomentan la colaboración ni el aprendizaje común.

En las coviviendas existe una parte compartida relacionada con los consumos, por ejemplo Internet. ¿Para que pagar cada vivienda una conexión a Internet? En este tipo de edificios, la conexión a Internet es única y se reparte el pago; en el caso de Entrepatios – Las Carolinas, por ejemplo, cada vecino paga 3,5 € al mes y la producción fotovoltaica es común.

Otro ejemplo muy ilustrativo es compartir lavadoras industriales y ecológicas, que son más eficientes, en lugar de tener una en cada casa. Además, la comunidad puede hacer un pedido de productos de limpieza ecológicos, rellenando una vez al año unos contenedores de los que cada vecin@ va retirando cantidades según sus necesidades y apuntando en una aplicación. La comunidad también puede, por ejemplo, compartir un grupo de consumo de comida ecológica, es decir, una empresa de producción de comida ecológica que te trae al edificio una vez a la semana un pedido directamente de productor a consumidor.

https://youtu.be/6UJas9yNMts

Una comunidad resiliente es una comunidad con mayor capacidad de aguantar posibles cambios drásticos, crisis sociales o medioambientales. Vivimos cada vez tiempos más complicados: crisis energéticas por el pico de los combustibles fósiles, alteraciones constantes del precio de la energía, episodios intensos de contaminación, olas de calor y frío. Para hacernos una idea, se espera que en Madrid tengamos las temperaturas de Marrakech en 2050. 

Un edificio y una comunidad más resiliente es aquella que tiene mejor capacidad de resistir estas crisis, gracias a su menor dependencia de la energía, menos consumo  y la autoproducción de energía. Pero también es un edificio que cuida de la salud, filtrando la contaminación del aire que entra al edificio. Además, almacena aguas pluviales para un caso de corte de agua y falta de abastecimiento, y gracias a diseño Passivhaus es menos vulnerable a cambios drásticos de temperaturas.

Estas comunidades también son más resilientes de cara afrontar crisis sociales, por ejemplo, la del coronavirus. Existe más apoyo entre los vecin@s para cubrir las necesidades y hay una cultura de cuidados que evita la soledad y afrontar contextos adversos de la mejor manera y con apoyo mutuo.

Para saber más, recomendamos este artículo en El País. 

El modelo de vivienda post-covid: resiliente, colaborativo y ecológico

La comunidad se crea con un propósito común, vivir en una vivienda ecológica donde pueda realizar plenamente mi vida individual y también pueda participar de una comunidad activa que me permita compartir y colaborar en determinadas actividades. Además, aparecen otros criterios relacionados con el lugar, con la necesidad de vivir en un barrio consolidado con actividad social y no en un edificio sin conexión barrial.

Ya durante la fase de construcción se organizan actividades comunes, con alguna visita a la obra. Pero la clave está en el funcionamiento del edificio una vez terminado. Tratamos de construir comunidades proactivas, otros lo llaman Comunidades Well, pero hay muchos matices y variaciones. Tampoco se trata de implantar un modelo rígido, sino que los propios vecin@s establezcan el modelo con el que se encuentran más cómodos. 

Al principio hay un acompañamiento más intenso a través de un facilitador; tampoco se trata de estar todo el día reunido, ni mucho menos. Si en una comunidad de vecin@s convencional te reúnes una vez al año para discutir, en una comunidad de este tipo te puedes reunir 3 o 4 veces y para pasarlo bien, para decidir qué actividades organizar y compartir proyectos que se puedan hacer en el edificio. 

Estas reuniones se preparan con un facilitador, incluido dentro de los gastos de “administrador de fincas”, es decir se da un acompañamiento directo de una persona para gestionar la comunidad y el edificio.

Todo depende del nivel de los servicios que se quieran contratar. Hay un servicio básico, que funciona como un administrador de fincas con conocimientos de facilitación y con un coste de mercado 300-500 € al mes… o servicios adicionales, que pueden incluir la organización de cursos, clases, eventos, cine de verano, etc.

Sin embargo, es un gasto que se puede costear a través de las personas que se apuntan a estas actividades e incluso con alquileres de las salas comunes para determinados eventos. El edificio, al ofrecer una serie de espacios comunes activos, posibilita que ocurran muchas cosas y con la comunidad se establecerá el modelo de gestión y gastos más adecuado para todos los vecinos.

Un simple administrador de fincas no, debe tener también formación en facilitación o lo que también se llama “community manager”. No se trata sólo de gestionar cuentas, sino que hay que trabajar con personas, organizar eventos y garantizar el buen funcionamiento de la comunidad. Si por ejemplo hay algún tipo de disputa, debe resolverla y tener formación para trabajar las diferencias, algo que no suele ocurrir con un administrador de fincas “convencional”. 

Un administrador es un gestor de cuentas básicamente que lleva los aspectos más relacionados con la gestión económica del edificio (o la finca), mientras que un facilitador o “community manager” facilita que las reuniones se realicen de forma positiva y ordenada, gestionando eventos y construyendo comunidad para que todo funcione bien. Podríamos decir que un administrador gestiona dinero y un facilitador gestiona emociones y personas.

Un grupo de consumo es un grupo de gente que se junta para consumir comida ecológica de forma muy económica y para ello hacen un pedido directamente a un agricultor ecológico. Se llama grupo porque hacerlo individualmente no es viable y tradicionalmente en algunos barrios se ha ido juntando gente y haciendo un pedido todos juntos. En un edificio de este tipo hay posibilidad de que ese grupo sea la propia comunidad de vecinos, aunque también se pueden invitar a otros vecinos del barrio. Esto se hace para conseguir comida de la mejor calidad, sin ningún tipo de fertilizante ni abono químico, una comida que además de ser más saludable para las personas también cuida la tierra que la produce. Actualmente en nuestros proyectos activos trabajamos con varios grupos de consumo y en el momento de empezar a vivir la comunidad puede elegir cuál.
En este sentido, recomendamos esta película KISS THE GROUND https://kisstheground.com/

El modelo de cooperativa en derecho de uso es una cooperativa que no hace división horizontal, por lo tanto no hay propiedad individual y todo el edificio es propiedad colectiva de todos los socios y socias de la cooperativa. Cada socio tiene un derecho de uso de cada vivienda, por el que aporta una cuota con la que se paga el crédito. En este modelo nunca llegas a tener la propiedad individual de tu piso, por lo que tampoco lo puedes vender y no puedes especular con los precios. En caso de abandonar la cooperativa se te devuelve la cuota inicial, pero las cuotas de derecho de uso se quedan en el proyecto y no se devuelven. Es un modelo muy interesante y tenemos algún proyecto en derecho de uso. Si estás interesado en este modelo de vivienda no dudes en ponerte en contacto con nosotros y te enviaremos más información. 

En el momento en que exista un grupo mínimo de 7 personas, organizaremos una reunión de interesados en el proyecto y crearemos un grupo de trabajo online a través de una herramienta que se llama LOOMIO, donde se van volcando todas las sugerencias y dudas que vayan surgiendo.

En los diferentes proyectos que vamos a ir planteando habrá diferentes formas de inversión,  bien para la compra de suelos que suelen ser préstamos participativos convertibles, bien para comprar viviendas y luego alquilarlas.